bajo la libérrima diadema del Universo,
cruzan los pájaro la bahía.
Un ritmo lento tamborilea la noche
hay yertos de pobreza sobre las cloacas
y días en que me quedo, esperando un mundo.
No soy sustancia a lineada por un dios
ni un verde plata en el vacío.La ciudad me traga
en el enigma del guindo y la noche.
Gime la armonía de la mediocridad,
solitario tras ausente del alma.
Una mariposa se subleva del abismo
la oigo repercutir en mi pecho,
cruzando la confabulación etérea del Universo
y rehace la vida de minuto a minuto
y me llama el reloj en los péndulos
mientras la luz despoja mi sombra
como un acecho voluble en la pared...
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