Hay noches
que muerden el polvo de la tierra,
cuerpos que anudan el dolor
como sombras entumidas en la nada.
Escenas en la que la morimos de tanto mirar,
llevándonos esos ruidos sordos y acerados.
Noches de musgo para el recuerdo,
noches de albergues para el vacío,
noches de ronquidos y zarpazos
para el dolor que no se puede compartir.
Hay noches que morimos dormidos
sin sentir los delirios de la piel .
Noches caídas.
que recuerdan el polvo de la la tierra...
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